Obispo de Melipilla, Cristián Contreras Villarroel, se refiere a: pandemia, migración, abusos sexuales al interior de la diócesis y aborto

Con el inicio a un camino sinodal de tres años de duración y articulado en las fases diocesana, continental y universal; compuesto por consultas y discernimientos que culminarán con la asamblea de octubre 2023 en Roma, el Obispo de la Diócesis San José de Melipilla, Cristián Contreras Villarroel, sigue trabajando, luego de enfrentar en diciembre 2018 una insuficiencia hepática y por donación de su hermana, la oración, el cuidado de médicos y el personal de salud, continúa con entusiasmo su labor apostólica.

Hoy enfrenta, con la misma energía de antes, su devoción de servir a Dios y la Iglesia Católica, de una manera diferente, más cercano y crítico en lo que el Estado ha hecho en materia de políticas públicas para atender las necesidades de los más desposeídos, como: migrantes, mujeres, niños, familias y adultos mayores, materias en las que se refiere en el presente reportaje.

“Esta ha sido una experiencia hermosa. No basta con conocer y admirar a Dios por los conocimientos teológicos, licenciaturas o doctorados adquiridos. Se necesita el afecto y expresar el cariño a Dios Padre. La enfermedad por dolorosa que sea es un medio excepcional para establecer la relación amorosa con el Padre”. Agrega que la fe, su familia -especialmente, los sobrinos que siguen a la Universidad Católica, su equipo de fútbol favorito- más la incontable cantidad de mensajes fraternales y solidarios durante su enfermedad hicieron que “hoy de gracias a Dios, porque la oración de intercesión y sus frutos son un verdadero milagro”.

Gracias a esta sensibilidad de reflexionar sobre estar en el umbral de la vida y la muerte, el Obispo de Melipilla señala que en la actualidad el número de feligreses y personas cercanas a la Iglesia aumentó considerablemente, situación que lo tiene muy contento, luego de presidir dos masivas actividades que realizó, tanto en El Monte como Melipilla, las cuales dieron cuenta que la pandemia por Coronavirus hizo que muchas familias retomaran su fe.

Fue así como en la culminación de la fiesta de San Francisco de Asís, realizada el 10 de octubre pasado, celebró la eucaristía en la Parroquia San Francisco de El Monte y después acompañó la procesión. “El pueblo católico, junto a los vecinos y a las autoridades expresaron públicamente la devoción al santo. Fueron 10 kilómetros de recorrido. No hubo procesión caminando. Acudieron más de 700 huasos a caballo, decenas de carretas adornadas por colores de la bandera de Chile y, con banderas y globos blancos-amarillos, del Vaticano. El pueblo salió en familias, con sus enfermos, ancianos y niños a recibir la bendición del Santísimo Sacramento. Acogido por los altares dedicados a la Virgen Santa y a San Francisco, rindiendo homenaje al “Patriarca de los pobres, glorioso San Francisco. Tú que llevaste en vida las llagas del Señor. Patriarca de los pobres glorioso San Francisco, envianos del cielo tu santa bendición”.

Posteriormente, regresó a Melipilla para conmemorar un nuevo aniversario de la ciudad que conserva la tradición con el nombre de su patrono en la Parroquia Catedral y en el Hospital San José. Después de la eucaristía encabezada por los párrocos de la Catedral, La Merced, Sagrada Familia y Santa Teresa de Los Andes se inició una procesión con la venerada imagen de la Virgen del Carmen, cuyo recorrido fue alrededor de la Plaza de Armas, donde cada parroquia -con sus respectivos altares- compartió reflexiones y oraciones. Expresión pública de la fe cristiana. En tanto, los bomberos melipillanos hicieron un arco y una cruz con sus escalas para recibir a la Virgen del Carmen y arrojaron pétalos de rosas.

Cabe mencionar que los días precedentes, celebró la eucaristía Cristián Castro, obispo auxiliar de Santiago y Pablo Lizama, primer obispo de Melipilla.

Pandemia de Crisis Social

Monseñor Cristián Contreras Villarroel señala que la pandemia demostró la vulnerabilidad de mucha gente y, junto con ella, una crisis social que se ve reflejada en la política de hoy, donde no hay claridad ni futuro y muchas necesidades. Producto de ello, cuando los templos estaban cerrados, observó que el dolor provocado por el Covid_19 hizo que en muchos hogares la fe se mantuviera intacta, debido a que muchos se dieron cuenta de la trascendencia de la vida, lo que redundó en querer conocer a Dios y hacer mayor oración. “La pandemia, en lo positivo, ha significado que toda la fuerza de solidaridad y fraternidad se haya canalizado a través de la ayuda entregada a múltiples personas y comunidades, por medio de la mantención de comedores populares y asistencia a los enfermos, gracias al aporte de Caritas Melipilla, la colaboración adicional de personas independientes y empresas”.

Sin embargo, las necesidades son muchas y los recursos cada vez más escasos. En este aspecto, señala que la migración debe tener una atención desde la fe cristiana, motivo por el cual existe la pastoral de migrantes en la Diócesis San José que funciona en Melipilla, San Antonio y Talagante. “Tenemos que acoger a los migrantes, porque es gente que ha salido de lugares con gobiernos totalitarios que no permiten el desarrollo integral de las personas, por lo que dejan sus países y eso es un desarraigo del punto de vista familiar, donde hay mucha gente de bien que busca una vida digna y nosotros debemos ayudar en eso por medio de alianzas efectivas con las autoridades, por ejemplo: en el reciente incendio de La Foresta hubo un trabajo mancomunado entre Caritas y el municipio”, asegura.

Acota que es de vital importancia combatir el narcotráfico que afecta a las comunidades de la diócesis, debido a que es una lacra que mata a los vulnerables y corta la vida de los jóvenes, llevándolos a delinquir y tener mayores necesidades que como sociedad no se ha logrado dar una ayuda efectiva, como educación y nuevas oportunidades para salir de este flagelo. “Por eso, para nosotros es muy importante la educación, que impulsamos a través de los colegios del obispado y los establecimientos laicos que se adhieren a nuestra enseñanza cristiana. Ahí tenemos una labor enorme que realizar con los niños y jóvenes, también por medio de nuestros jardines infantiles en sectores populares de la jurisdicción, donde -además- tenemos una acción presencial para calmar el dolor y necesidades de la gente, sin mencionar, todo el trabajo que hace el voluntariado de hombres y mujeres que atienden a los enfermos y personas privadas de libertad”.

En cuanto a las políticas públicas del Gobierno, considera que se puede hacer más. Hoy el discurso de los candidatos presidenciales es que tienen todas las respuestas a lo que no hizo la anterior gestión y en esto cree que es fácil prometer y difícil cumplir, sobre todo cuando hay una polarización ideológica, que, si la dejaran de lado, se podría llegar a grandes acuerdos por el bien de la patria, el país y las personas. Desde la Iglesia nos preocupa la situación de los ancianos, las personas vulnerables como las mujeres que sufren violencia y a quienes se les exige mucho, pero el Estado no proporciona la ayuda y los medios necesarios para el desarrollo de ellas y sus familias. “Uno ve aquí el maltrato al género y la inequidad. Hay fundaciones que ayudan a las mujeres que están en las calles y sacerdotes que se han encargado de sacar a las jóvenes de la prostitución, porque el Estado no se preocupa y nosotros lo que podemos hacer como Iglesia -con recursos limitados- es dignificar a las personas”.

Expulsión de Sacerdote por Abusos Sexuales

El Obispo de Melipilla se refirió a la dimisión del sacerdocio de Juan Carlos Pizarro (ex párroco Iglesia Chocalán), tras comprobarse culpabilidad en abusos sexuales contra un menor entre los años 2002 y 2004; y a la posibilidad de la existencia de otros casos, afirmando que la única denuncia contra Pizarro, a quien se le hizo un juicio canónico con personas muy competentes, que trataron de buscar si existían otros casos y hasta el momento no ha habido nada. “Esta es una situación que nadie puede afirmar, pues las personas demoran mucho tiempo en reconocer el daño que tuvieron, de hecho, hay casos que después de 20 años llegan a denunciar y eso se entiende desde el punto de vista de la persona dañada. Y cuando esto le ocurre, no es capaz de reaccionar en el momento, si lo hiciera, paralelamente, y junto a la investigación canónica, debemos instarlos a recurrir a la Fiscalía. En este caso, aunque el delito ya estaba prescrito, en virtud de transparentarlo todo pusimos los antecedentes en manos de la justicia. Se hizo respetando todo ese éxodo interior que padeció la persona vulnerada en algo tan sensible como es su integridad y dignidad como persona”, enfatiza el obispo.

Aborto Versus Animalistas

Monseñor Cristián Contreras Villarroel sobre el maltrato animal y el aborto -tan discutidos en la actualidad, especialmente, en lo que se refiere a la continuidad del rodeo y las carreras a la chilena- señala que son tradiciones ancestrales que se deben mantener en el tiempo. “Debe haber coherencia entre quienes quieren proteger a los animales y la vida de un indefenso. Una cosa es la caza de animales y otra son los animales que son de las tradiciones chilenas, como: el rodeo y carreras a caballo. Ahí no se puede decir que es una ideología de maltrato a los animales, porque no hay comparación de una cosa con la otra”.

Explica que defender a los animales está bien, pero hay valores anteriores como es la persona humana, donde las corrientes abortistas indican que el feto no es un ser humano y, en este sentido, digo lo siguiente: “Si el fruto de la concepción no puede ser todavía considerada una vida humana, como se debe responder a esta afirmación: ¿Jamás llegarás a ser humano si no lo has sido desde entonces? Ahora se dice que hasta 14 semanas de gestación no sería un ser humano y como responden a lo anterior. Ahí entramos en una dimensión antropológica y cosmovisión humanista que exige reflexión y estudio para un legislador que profese la fe cristiana, el cual debe ser consciente que se trata de la vida y concepción de una persona”.

Cuando se dice que, si las mujeres violadas o abusadas pueden abortar, eso para ellas es un doble drama y la Iglesia tiene instancias para apoyarlas, porque “si comete un error de este tipo, será una desgracia de por vida muy difícil de olvidar y, en este sentido, hay fundaciones que ayudan a las mujeres a gestar y coordinan la adopción, para así no matar a un indefenso. La defensa de los animales está bien y eso se debe ver siempre y cuando no vaya en contra de las tradiciones ancestrales, como también, es importante tener la misma coherencia en la defensa del ser humano ya concedido”, concluye.

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