Estudio de UDLA revela que comer acompañados eleva la satisfacción alimentaria en personas mayores

Un estudio realizado en una residencia de larga estadía en la Región Metropolitana identificó que los adultos mayores que llevan más tiempo institucionalizados y que comparten las comidas en un entorno social presentan mayores niveles de satisfacción alimentaria, incluso por encima de la importancia que otorgan a la calidad o variedad de los alimentos.

Según Macarena Valladares, académica del Núcleo de Investigación en Nutrición y Ciencias Alimentarias de Universidad de Las Américas, autora principal del reporte, el entorno en que se desarrollan las comidas y la interacción que ocurre durante ellas “son elementos centrales para el bienestar nutricional y emocional de los residentes”.

“Los hallazgos demuestran que los individuos con mayor satisfacción hacia la comida son mayores y llevan más tiempo viviendo en residencia. Observamos que la compañía durante las comidas es muy valorada, incluso por encima de la calidad del alimento, y que los residentes desean que sus preferencias sean consideradas”, afirmó. 

El trabajo, titulado “Satisfacción con la alimentación en adultos mayores institucionalizados: asociación con la edad y años de residencia”, publicado en la revista Testing, Psychometrics, Methodology in Applied Psychology, evaluó a 56 personas mayores de 60 años que viven en una residencia de personas mayores en la Región Metropolitana, establecimiento que entrega todas las comidas y mantiene rutinas estandarizadas para la población residente.

Los resultados muestran diferencias relevantes entre quienes reportaron alta satisfacción con la comida y quienes manifestaron menor conformidad. En el primer grupo, la edad promedio fue de 78 años, frente a 72 en el segmento menos satisfecho. También se observó un contraste en los años de permanencia: 7,8 años versus 4,2 años, respectivamente. 

Según la Dra. Valladares, los participantes con mayor satisfacción mostraron gusto por una variedad amplia de alimentos –sopas, legumbres, ensaladas, frutas, huevos, carnes y postres–, mientras que sus críticas se enfocaron en preparaciones percibidas como insípidas. Quienes reportaron menor satisfacción expresaron preferencias más acotadas y rechazaron platos frecuentes en los menús, solicitando mayor consideración de sus gustos personales. 

El valor de comer acompañados

Las entrevistas realizadas revelaron que la interacción social es un componente clave de la experiencia alimentaria. Para los residentes, compartir y conversar durante los horarios de comida mejora significativamente el momento, y la institucionalización puede aportar beneficios sociales que influyen positivamente en su evaluación diaria.

Los entrevistados destacaron el alivio que implica el no tener que cocinar ni preocuparse por la preparación de alimentos, aunque solicitaron más opciones de elección y mayor participación en la definición de los menús. Estas observaciones apuntan a la necesidad de integrar aspectos de disfrute y no solo criterios nutricionales en la planificación alimentaria.

Efectuado en colaboración con Carolina Roldán, también de Universidad de Las Américas, y Samuel Durán, de Universidad San Sebastián, el estudio subraya que la satisfacción alimentaria en adultos mayores institucionalizados depende de la interacción entre edad, tiempo de residencia, variedad de dieta y factores sociales. El proceso combinó entrevistas cualitativas destinadas a comprender preferencias y percepciones, junto con un análisis basado en la escala SWFL, instrumento que evalúa la satisfacción con la alimentación como parte del bienestar. 

Los académicos recordaron que la población mundial de personas mayores de 60 años se duplicará hacia 2050, escenario que transformará de manera profunda las dinámicas sociales, culturales, económicas e institucionales. Ante esta transición demográfica, enfatizaron la necesidad de impulsar estrategias que favorezcan un envejecimiento saludable, entre ellas la alimentación como un componente esencial de la experiencia cotidiana y el bienestar.

En ese contexto, los autores recomiendan implementar mecanismos de consulta a los residentes, ampliar la diversidad de preparaciones y fortalecer las instancias de convivencia durante las comidas. “Considerar los gustos personales y ofrecer opciones puede marcar una diferencia en la vida diaria de quienes viven en residencias”, concluyó la investigadora de UDLA, Macarena Valladares.

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