Recién concluida la Conferencia de Cambio Climático de Naciones Unidas realizada en Brasil, la COP30, es un buen momento para reflexionar sobre el rol que Chile desempeña en este tipo de foros globales y, en particular, sobre cómo el sector agroalimentario nacional se está posicionando en la agenda climática internacional. La participación chilena no solo evidenció avances técnicos, sino también un enfoque político y estratégico que consolida al país como referente en la integración de la acción climática con la seguridad alimentaria y el desarrollo productivo.
Odepa, en representación del Ministerio de Agricultura, fue parte activa de la delegación
chilena, mostrando los avances en sustentabilidad del sector y visibilizando cómo la
agricultura contribuye a las metas climáticas nacionales sin perder dinamismo ni
capacidad exportadora. En un contexto global donde la presión por producir más en
condiciones desafiantes convive con la urgencia de reducir emisiones y aumentar la
resiliencia, esta capacidad de equilibrio es particularmente relevante para un país cuya
economía y empleo dependen fuertemente de los recursos naturales.
Uno de los hitos más significativos fue el evento realizado en el pabellón de Chile, donde
se presentó el enfoque integrador con que el Ministerio de Agricultura diseña y articula su
política pública. Hoy, los instrumentos sectoriales —incluidos los Planes de Mitigación y
Adaptación al Cambio Climático— no operan de manera aislada, sino que se
complementan con la Estrategia de Soberanía para la Seguridad Alimentaria, la Agenda
Agroexportadora Sustentable, la Estrategia de Recursos Hídricos, la Estrategia de
Sustentabilidad Agroalimentaria y el desarrollo de una política nacional para evitar la
pérdida y desperdicio de alimentos. Esta forma de abordar la agricultura revela un Estado
que entiende la complejidad del desafío, y que actúa como articulador de política climática
y alimentaria, no solo como ejecutor de programas.
La COP30 también permitió mostrar experiencias prácticas y avances metodológicos.
Profesionales de ODEPA fueron invitados a presentar la experiencia de Chile en paneles
internacionales para explicar cómo el país implementa enfoques de economía circular
vinculados a las emisiones de gases de efecto invernadero —en particular, las emisiones
de metano— y para compartir aprendizajes en políticas sectoriales que conectan
sustentabilidad, productividad y resiliencia. Hubo, además, diálogos técnicos de alto valor,
como los sostenidos con autoridades agrícolas de Australia, país que presidirá la COP31
en 2026, lo que permitirá proyectar una agenda climática bilateral más robusta.
Pero quizá el hito más relevante para Chile en esta COP fue la presentación de su nueva
Contribución Determinada a Nivel Nacional (NDC). Esta es la primera NDC elaborada
bajo la Ley Marco de Cambio Climático, que reconoce formalmente instrumentos como la
Estrategia Climática de Largo Plazo y los Planes Sectoriales de Mitigación y Adaptación.
Esto implica que las metas del sector silvoagropecuario contenidas en estos instrumentos
son parte de los compromisos oficiales del país ante la comunidad internacional.
Asimismo, por primera vez, la NDC incluye un compromiso explícito en seguridad alimentaria, alineado con la Meta Global de Adaptación y con la Estrategia de Soberanía Alimentaria del Ministerio de Agricultura.
Otro avance significativo fue el reconocimiento, dentro del componente de economía
circular, del trabajo liderado por la Comisión Nacional para la Prevención y Reducción de
Pérdidas y Desperdicios de Alimentos, encabezada por Odepa. Esto se traduce en un
compromiso concreto: desarrollar la Estrategia Nacional para Prevenir y Reducir Pérdidas
y Desperdicios de Alimentos, un desafío crítico en un mundo donde un tercio de los
alimentos producidos no llega a los consumidores, además de los beneficios que implica
en términos de mitigación.
Al comparar estos avances con lo que ocurre en otros países, se puede dimensionar la
relevancia de la participación chilena. De acuerdo con el último Reporte de Síntesis de las
NDC, solo el 41% de los países ha presentado marcos legales o de políticas relacionados
a agricultura y seguridad alimentaria; apenas el 13% menciona instrumentos de economía
circular. Asimismo, solo 30 países incluyen compromisos sobre pérdidas o desperdicio de
alimentos en sus NDC, y solo siete —Chile entre ellos— abordan ambas dimensiones.
Esto no solo posiciona a Chile como pionero, sino que demuestra consistencia y trabajo
técnico sostenido durante más de una década.
La COP30 deja, en definitiva, una constatación clara: Chile ha consolidado un relato
climático creíble, basado en evidencia y en políticas de largo plazo. El desafío ahora es
acelerar la implementación y continuar mostrando que la acción climática no es un costo,
sino una inversión para el futuro en beneficio de las próximas generaciones.
Por Andrea García L., Directora de Odepa.








