Pienso, reescribo, releo, re busco información de Melipilla, me paro, camino, vuelvo a sentarme frente al notebook, me paro nuevamente, reviso mis libros, me siento, abro el Word, respiro. Suspiro.
Melipilla es la ciudad donde nací, me desarrollé y crecí. Ahí se me ocurrieron ideas fantásticas, otras no tantas, sino más bien realistas. Escribí mi primer libro en la ciudad: Gente Promedio. Tuve y tengo amigos en mi corazón y, además, está mi familia. Pero, ¿Por qué muchas personas critican la ciudad?
Yo, sin embargo, me encontré en esa situación hace unos años atrás y -tras migrar a Santa Cruz de la Sierra, Bolivia- me di cuenta que Melipilla es una ciudad hermosa. Su gente, sus locales, su arte que es enorme. Hoy veo eventos culturales, movimientos editoriales como lo es “Maniobra Cartonera”, realmente emociona todo lo que hay en Melipilla.
Añoro los días de frío, me gustaba caminar y recorrer la ciudad a pie, eso siempre se podía hacer en Melipilla, sobre todo en el invierno a unos 17 grados.
Nada ha cambiado, solo el razonamiento de uno al estar fuera de la zona. Fue en la ciudad de los cuatro espíritus que un día decidí tomar la maleta y viajar a otro destino, no supe apreciar la ciudad en su máximo esplendor. Sí supe apreciar a su gente, a sus docentes que muchas veces me enfrasqué en conflictos y hoy, a pesar de toda mi culpa, aprecio con mi alma todo lo aprendido. A un sinfín de radios locales, eventos culturales y su gastronomía.
No paro de pensar sobre el forastero que añora su tierra.
Cuántas veces habré estado en la Plaza de Armas, tomando un helado en cono, de esos que venden en el mall, cuantas veces habré compartido una bebida con alguno que otro amigo. Fiestas, risas, abrazos, felicidad.
Cuánto tendremos que esperar nosotros, los melipillanos, para apreciar la riqueza de Melipilla.
Por Humberto Pinto, Coordinador editorial desde Santa Cruz de la Sierra, Bolivia.